viernes, 6 de junio de 2008

FINAL NBA: CELTICS-1 LAKERS-0


Se lanzó el balón y el planeta basket se paró. Ayer dieron comienzo las Finales de la NBA en Boston entre los Celtics y los Lakers, es decir, el clásico entre clásicos de este deporte.
Todo estaba preparado en la ciudad celtica, vestida de gala (de verde) para la ocasión, que respira historia, orgullo y baloncesto.

El ambiente en la cancha era excepcional. La gente gritaba aquello de "Beat L.A." y esperaban que su equipo diera una lección a los californianos, que traían la vitola de favoritos por haber eliminado a los Spurs por 4-1 en la final de conferencia y, sobre todo, por contar con el mejor jugador del mundo: Kobe Bryant.
La tensión se palpó desde el primer instante y la igualdad predominó en la primera parte. En ella, los Lakers movieron decentemente la pelota y brillaron a pesar de la escasa anotación de Kobe. Garnett, la estrella local, dominó los tableros ante Pau Gasol hasta que los angelinos se aplicaron sobre él y diezmaron a los verdes que perdían por cinco al descanso.

En el tercer cuarto llegó el cenit de la película. Los Celtics empezaron a flojear y, para un mayor pesar, Paul Pierce, querido e idolatrado por la afición, se marchaba, lesionado, al vestuario llevado por algunos suplentes. La tragedia silenció a la hinchada, que veía como el partido se marchaba. Pero, de repente, como si de Larry Bird se tratara, Pierce salió al campo por su propio pie. Desafiante, ansioso, exultante, bañandose en gloria celtica. Anotó dos triples que encarrilaron el partido.
Poco pudo hacer el equipo purpura. Perdido, con un Bryant intentando ser Jordan, L.A. se marchó con más pena que gloria. Esta era de Paul Pierce y la victoria de los Celtics.

1 comentario:

iker dijo...

ese bodton de camino al anillo!!!!!!!!!!!!!!!